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MEMBRILLA Y LA RADIO

Membrilla y la Radio

 

Membrilla y la Radio es una web que nace para todos aquellos que vivimos nuestra infancia acompañados de la radio como único medio que nos conectaba con el exterior.

Durante mucho tiempo, en Membrilla, no hubo otro medio de información instantánea que no fuera la radio. El teléfono apenas había llegado y, casi nadie disponía de él; tres cuartos de lo mismo pasaba con la televisión. Por ello, la radio, fue una revolución en cuanto a la información inmediata.

Aquellos receptores de válvulas que solían ser de madera o baquelita, colocados sobre una repisa, generalmente cubiertos con una tela a modo de cortinilla, los cuales también llevaban un transformador-elevador al que estaban conectados

Personalmente tengo unos buenos recuerdos de la radio. Desde mi más tierna infancia, la radio, siempre me fascinó; me parecía algo mágico: cómo podían las voces y la música, sin necesidad de cables, llegar a todas partes sin que hubiera nada de por medio. Allí donde pusieras un receptor, allí llegaba la voz del locutor o la música.

En aquel tiempo, en Membrilla, la radio estaba prácticamente en todas las casas. No sé en los demás hogares, pero en el mío, la radio estaba presente en muchos momentos del día, desde la mañana hasta las noche. Y quiero compartir con vosotros, lectores de Membrilla y la Radio, los recuerdos de esos momentos.

 

 

 

UN DÍA DE INVIERNO, EN MEMBRILLA, CON LA RADIO

Paso a describir cómo la radio estaba presente todo el día, acompañando gran parte de nuestro tiempo:

Nos levantábamos a las nueve de la mañana (ya que la escuela empezaba a las diez) y, al pasar a la cocina, la radio ya estaba encendida. Mi madre, solía poner la radio sintonizada en Radio Intercontinental, una emisora de Madrid en la que daban noticias y programas publicitarios, uno de ellos era: “Los Quince Minutos Orbe“ y otro “Los Puntos Azules”. Aún resuenan en mi mente las sintonías de aquellos programas. Mientras me tomaba el desayuno escuchaba la sintonía de Radio Intercontinental, y la voz del locutor decía: “ Aquí Radio Intercontinental, Madrid…”. Cuando escuchábamos la sintonía del programa de Puntos Azules, era el aviso para irnos a la escuela de “Corea” (S. J. de Calasanz ). Entonces mi madre solía decir: ¡¡¡venga, que ya han dado los tres cuartos…!!! Ya solo faltaban quince minutos para las diez, que era el tiempo que tardábamos en llegar a la escuela.

 

Tiempo en Membrilla

 

En la escuela, cuando llegaba la hora del recreo (que en aquel tiempo, en Membrilla, al recreo, le llamábamos “corralillo”) se daba la circunstancia que, en los altavoces que había instalados en el patio, también nos ponían la radio; ya no recuerdo qué emisora sintonizaban, pero sí recuerdo algunos anuncios que escuchaba, entre ellos estaban: Muebles Talavera, Agua Fontenova y Reloj Festina; en este último solían decir: “Reloj Festina el Reloj de la hora F…”.

Cuando salíamos de la escuela y llegábamos a casa para comer, nuevamente la radio estaba encendida. A esta hora mi madre solía poner Radio Madrid, y escuchábamos las noticias y los anuncios. Recuerdo los anuncios de: Enrique Busian, Tricotosa  y Quina San Clemente, en éste último el locutor decía: “Quina San Clemente ¡¡¡da unas ganas de comer...!!! Ya que el vino quina se daba los niños para, como entonces se decía: “abrir las ganas”.

A las tres menos cuarto nos íbamos de nuevo a la escuela hasta las cinco de tarde y, para cuando llegábamos de vuelta a casa, de nuevo la radio estaba encendida. En esta ocasión en, la radio, se escuchaban las novelas o seriales, muy típicos de aquellos años.

Recuerdo la voz serena y profunda del narrador describiendo la escena y los personajes con todo lujo de detalles. Tengo que reconocer que eran unos auténticos artistas, pues con la descripción del narrador, los efectos especiales y el buen hacer de los actores, me podía imaginar la escena perfectamente; era una fiesta para la imaginación. Mi madre y mi abuela solían estar sentadas, escuchando la novela mientras cosían. En ese momento llegábamos de la escuela y dejábamos la cartera para que nos dieran de merendar, pero como la novela estaba en lo más interesante, teníamos que esperar un poco a que llegara el intermedio.

Cuando por fin llegaba el intermedio, podíamos escuchar anuncios de Magefesa, Cola-Cao, La Lechera y otros. Nos daban de merendar pan y chocolate. Recuerdo varias marcas de chocolate como Josefillo, así como también, el chocolate Nieto o el Hueso y, por supuesto, el chocolate Pérez, que todavía sigo comprando. Con la merienda en la mano, salíamos a la calle a jugar y nos comíamos el pan y el chocolate mientras jugábamos.

Estábamos jugando hasta que se encendían las luces, que era la señal que nuestros padres nos decían para que volviéramos a casa. Este es uno de los momentos que, con especial relieve, quedaron grabados en mi mente. Me refiero al momento en que regresaba de la calle y entraba a la cocina. Puesto que ya era prácticamente de noche, la cocina estaba oscura, con la luz apagada, y mi madre solía estar sentada al lado del fuego, con la radio encendida, de tal forma que, cuando yo entraba lo único que podía vislumbrar era el color rojizo de las ascuas del fuego, la silueta de mi madre con el rostro escasamente iluminado por el fuego y, la tenue luz que iluminaba el dial de la radio. Todo esto, mientras de fondo se escuchaba el sonido monótono de la cena hirviendo suavemente en el puchero, que estaba arrimado al fuego, sujeto con un morillo.

En la radio se podía escuchar el programa de Elena Francis, que era un consultorio sentimental donde, la señora Francis, se dedicaba a responder las consultas que le llegaban por carta. Recuerdo muy bien la sintonía de este programa. Una vez que nos habíamos calentado en el fuego, llegaba el momento de hacer la tarea, que solíamos hacerla mientras en la radio sonaba el susodicho programa.

Cuando terminaba el programa se apagaba la radio hasta la hora de la cena y, nuevamente se encendía la radio. Esta vez, mi padre solía poner Radio Nacional de España para escuchar el parte de noticias, y después un programa que hacían desde Barcelona, titulado: “De España para los Españoles”, que era presentado por la entonces famosa locutora, María Matilde Almendros.

El programa estaba dedicado a los emigrantes que estaban lejos de España. Los emigrantes, así como los familiares que vivían en España, escribían cartas para pedir canciones dedicadas a sus seres queridos que estaban lejos. Recuerdo la sintonía de este programa, creo que era un pasodoble titulado: “Dama de España” en versión sólo musical. Escuchábamos este programa mientras cenábamos. Terminada la cena nos sentábamos todos alrededor del fuego y seguíamos escuchando la radio, ahora un programa titulado: “Panorama Internacional” recuerdo que, en aquellos años en este programa, hablaban mucho de la guerra de Vietnam.

Los fines de semana se escuchaban programas musicales, sobre todo los programas de discos dedicados, que solían poner en la programación local de las emisoras. Recuerdo el programa de discos dedicados de Radio Ciudad Real, que tenía como sintonía un pasodoble titulado: “El niño de Jerez”; el locutor era Santiago Amores. Otro programa que emitían desde la emisora La Voz de Socuéllanos de Radio Cadena Española, titulado:” Música Para El Trabajo”,  también de canciones dedicadas. A finales de la década de los 70 y principios de los 80, empezó el famoso Club 111 de Radio Popular de Ciudad Real, presentado por  Soky Silveria, que escuché muchas veces en mi pequeño transistor de pilas mientras trabajaba en las faenas del campo. De hecho, recuerdo mandar cartas para pedir canciones a este club.

También quiero resaltar,  la gran importancia de la información meteorológica que facilitaba la radio, en un pueblo como Membrilla, dedicado prácticamente en su totalidad a la agricultura. Cuando el hombre del tiempo hablaba en la radio, era motivo de un rotundo silencio. La frase era: “¡callar; a ver qué dice el hombre del tiempo!».

Como veis, la radio siempre estuvo ahí, presente en nuestras vidas. En mi caso, a finales de los 60 y principios de los 70, en plena infancia, cuando la televisión en Membrilla apenas había invadido los hogares. Y aunque a mediados de los 70 prácticamente la mayoría de los hogares tenían televisión, el hecho de que en aquellos años la televisión no emitiese por la mañana,  hizo que su impacto fuera más limitado. A finales de los 70 y toda la década de los 80, la radio fue mi incansable compañera en las faenas del campo, ya que escuchaba la radio con un pequeño transistor de bolsillo que siempre llevaba encendido.

Recuerdo muchos programas de radio; por resaltar algunos de los que más llenaron mi vida en aquel tiempo, diría:

  • Protagonistas con Luis Del Olmo, que luego pasó a llamarse De Costa a Costa. Este programa empezó en RNE, luego pasó a COPE y, por último, en la desaparecida Punto Radio.
  • El Programa de Radio Alegrías, que se escuchaba por las tardes en Radio Popular (COPE) a cargo de D. José Ballesteros, Capellán del Hospital Provincial; se trataba de un programa dedicado a entrevistar a los enfermos del hospital.
  • El propio D. José, también hacía otro programa llamado  El Banco de los Pobres,  dedicado a recoger aportaciones económicas que daban los oyentes para atender a personas o familias necesitadas.
  • En RNE también escuchaba por las tardes  Estudio 15 – 17, presentado por Marisol de Valle y Eduardo Pérez.

Podría decir muchos más, pero no quiero dejarme en el tintero, el programa que en RNE hacía Andrés Aberasturi, titulado   Así es la Vida . Confieso que este programa hizo mi tiempo de trabajo más agradable, fue un programa espectacular.

 

 

ACONTECIMIENTOS IMPORTANTES VIVIDOS CON LA RADIO

Sin duda, uno de los acontecimientos más importantes fue la llegada del hombre a la luna. Recuerdo escuchar, en Radio Nacional de España, la transmisión que hizo el locutor Cirilo Rodríguez; naturalmente yo la escuché al día siguiente, ya que la llegada del hombre a la luna se produjo de madrugada.

Con la radio, estaba bien informado, sobre todo, en los tiempos de la transición donde la radio jugó un papel importante. Un buen ejemplo de ello fue el golpe del 23-F, también llamada la noche de los transistores. Recuerdo que pasé escuchando la Radio toda la noche, la cual puse debajo de la almohada, con el fin de enterarme del desarrollo de tan trascendente acontecimiento.

Y no digamos los grandes acontecimientos deportivos, sobre todo futbolísticos. Con qué pasión se vivían las transmisiones de los encuentros de fútbol, narrados con todo detalle por el locutor y, como se escuchaban con el transistor de pilas pegado a la oreja.

 

 

¿POR QUÉ MEMBRILLA Y LA RADIO?

Porque la radio fue de vital importancia para los que vivimos alguna o todas de las décadas de los 50, 60 y 70 del siglo XX. Fue la época dorada de la radio. Como entusiasta de La Radio y aficionado, tanto a su historia como a su evolución técnica, así como, a la restauración y reparación, sobre todo de receptores antiguos; quiero dejar constancia de cómo vivimos la radio en aquel tiempo en Membrilla, especialmente a los que nos tocó vivirla en la infancia. Para mí: cuando se iluminaba el dial de la Radio, era como una ventana abierta al mundo, sobre todo, si tenemos en cuenta que muchas tenían Onda Corta, ya que con esta onda se podían escuchar emisiones de todo el mundo, y eso, sin salir de casa, era mucho para aquella época; podríamos decir que aquellas radios eran el internet de aquellos tiempos. Además con ese sonido tan peculiar que dan las válvulas, esa voz cálida, dorada y aterciopelada que sólo aquellas radios de válvulas tenían, y aún tienen las que todavía funcionan.

Actualmente, una vez restaurada y reparada una radio antigua, al encenderla por primera vez y escuchar nuevamente los sonidos en su altavoz, es como despertar el pasado que había quedado dormido en su interior. Son como una máquina del tiempo.

 

  • La primera fotografía es original de una casa de Membrilla a principios de la década de los 60. Se puede ver como, el aparato de radio, forma parte importante de la casa, con un muble propio, protegida con tapetes de ganchillo, y adornada con un león de cerámica. Así, más o  menos, era como estaban los aparatos de radio en la mayoría de las casas.
  • En la segunda fotografía, se puede ver el  aparado de radio que teníamos en casa y, que aún conservo restaurado y funcionando como el primer día. La fotografía es actual y, tal y como aparece en la fotografía, es como ha estado siempre. Esa cortinilla, que cubre el aparato de radio, también era muy típico ponerla para proteger.

Con el tiempo iré aportando más fotografías, audios y videos alusivos al tema.

Saludos

Vlax64

 

 

 

 

 

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